El huracán Idalia azotó Florida el miércoles con la fuerza de un tren a toda velocidad, partiendo árboles por la mitad, arrancando techos e inundando poblaciones enteras antes de llegar a Georgia y Carolina del Sur como una tormenta tropical.
El ciclón dejó al menos dos muertos en su paso por las costas del noroeste de Florida. De las víctimas mortales, se dio a conocer que se tratan de un hombre de 59 años que murió después de que su Toyota Tacoma se estrellara contra una zanja en Gainesville y otro conductor, aún no identificado, que chocó su Ford Ranger contra un árbol mientras viajaban en condiciones "extremadamente lluviosas".
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Decenas de comunidades quedaron destruidas por los fuertes vientos y las inundaciones, que en algunas zonas superaron las 10 pulgadas.
“Se desató el infierno”, dijo Belond Thomas, residente de Perry, una pequeña localidad en el interior de la región de Big Bend, donde Idalia tocó tierra como un huracán categoría 3 con vientos de 125 millas por hora.
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Thomas, de 41 años, empleado en la fábrica de papel de la localidad, huyó con su familia y algunos amigos hacia un motel con la idea de que estarían más seguros en ese lugar para pasar la tormenta que en casa. Pero cuando el ojo de Idalia pasó por la zona alrededor de las 8:30 a.m., un fuerte silbido penetró el aire y los ventarrones arrancaron el techo del motel y varios restos cayeron sobre su hija embarazada que estaba en una cama. Por fortuna no resultó herida.
“Fue aterrador”, declaró Thomas. “Todo pasaba muy rápido… todo daba vueltas”.
Idalia tocó tierra el miércoles 30 de agosto cerca de Keaton Beach a las 7:45 a.m. como un huracán de categoría 3 con vientos. El sistema mantuvo su fuerza mientras cruzaba hacia Georgia con vientos máximos de 90 mph pero en la tarde se debilitó a tormenta tropical. Una persona murió en Georgia.
A medida que el ojo se desplazaba sobre tierra firme, los fuertes vientos arrancaban letreros y tejados, y partían árboles de gran altura.
Florida temía lo peor mientras seguía recuperándose del paso del huracán Ian el año pasado, el cual azotó la muy poblada zona de Fort Myers y dejó 149 muertos en el estado. A diferencia de esa tormenta, Idalia pasó por una zona poco habitada de Florida que es conocida como la “costa natural” del estado, una región principalmente rural con millones de hectáreas (acres) sin urbanizar, alejada de metrópolis y de zonas con mucho turismo.
Esto no significa que no haya causado problemas considerables. Las corrientes cubrieron calles cerca de la costa, arrastraron pequeñas embarcaciones que no estaban amarradas, y dejó a casi medio millón de usuarios sin luz en Florida y Georgia.
En Perry, los ventarrones rompieron escaparates, arrancaron revestimientos de edificios y volcaron la marquesina de una gasolinera. Los aguaceros inundaron parcialmente la autopista interestatal 275 en Tampa y los vientos derribaron cables de luz sobre los carriles con dirección norte de la interestatal 75 al sur de Valdosta, Georgia.
A menos de 20 millas al sur del lugar en el que Idalia tocó tierra, comercios, muelles y viviendas de Steinhatchee, Florida, fueron engullidos por las aguas procedentes de Deadman’s Bay. La policía impidió el tránsito hacia esta comunidad costera de más de 500 habitantes, conocida por sus industrias pesquera y forestal.
Agentes estatales, 5,500 efectivos de la Guardia Nacional y equipos de rescate dieron inicio a las labores de búsqueda y rescate, inspeccionando puentes, retirando árboles derribados y buscando a cualquier persona en apuros.
Debido a las características rurales de la zona de Big Bend, los equipos de búsqueda podrían necesitar más tiempo para completar su trabajo en comparación con huracanes anteriores en zonas más urbanas, dijo Kevin Guthrie, director del Departamento de Manejo de Emergencias de Florida.