MÉXICO - Los preparativos para la segunda presidencia de Donald Trump han hecho, desde antes de iniciarse la administración, que las relaciones entre México y Estados Unidos se vean marcadas por una especie de diplomacia de las amenazas en torno a la frontera compartida y a tres asuntos: aranceles, migrantes y cárteles de la droga.
Ante la posibilidad de que se impongan impuestos comerciales, de deportar a miles de inmigrantes a México o de querer combatir a los cárteles en territorio mexicano, llegar a acuerdos con el futuro e imprevisible mandatario se perfila complicado. La presidenta Claudia Sheinbaum aspira a conseguirlo siguiendo la pauta de su predecesor, Andrés Manuel López Obrador. Entonces las concesiones fueron en migración. Ahora, está por verse.
Más allá de las relaciones entre los dos presidentes y de los personajes que se encarguen de los contactos tras bambalinas, éstas serán las caras más visibles del diálogo que se avecina.
El psiquiatra, el hijo de inmigrantes y el militar
La diplomacia mexicana está liderada por Juan Ramón de la Fuente, un psiquiatra de 72 años, exsecretario de Salud en los años 90, exrector de la mayor universidad pública del país y exembajador de México ante la ONU. El canciller De la Fuente es un académico, de perfil negociador que apuesta por el multilateralismo. Una de sus primeras asignaciones ha sido visitar a los cónsules en Estados Unidos para reforzar la estrategia consular ante posibles deportaciones.
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Salvo en el cargo, nada tiene que ver con su contraparte estadounidense. Marco Rubio, de 53 años, es el prototipo del sueño americano: hijo de migrantes cubanos que llegaron a Miami a buscarse la vida —su padre como empleado de un bar, su madre en un hotel— que se convertirá en el primer latino en liderar el Departamento de Estado.
Es la voz en español de las ideas de Trump, un político conservador, que arremetió con dureza contra México por defender los gobiernos de Cuba, Nicaragua y Venezuela y que habla con frecuencia de las amenazas militares y económicas extranjeras que enfrenta Estados Unidos.
Junto a Rubio y su futuro número dos, Christopher Landau —gran conocedor de México porque fue embajador en este país en el primer gobierno de Trump—, otra figura clave será Ronald Johnson, un veterano de las fuerzas especiales y de la CIA, que fue consejero militar en la guerra civil salvadoreña de los 80 y persiguió a criminales de guerra en los Balcanes en los 90. Será el futuro embajador en México y, quizás, un veterano que pueda entenderse bien con los cada vez más poderosos militares mexicanos.
Un “zar” para más de 3,000 km de frontera
Tom Homan, que será el responsable de la política fronteriza estadounidense, empezó su carrera como agente de la Patrulla Fronteriza hace 40 años y trabajó tanto con Barack Obama como en la primera administración de Trump, con quien dirigió interinamente el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas y estuvo involucrado en la criticada política de separación de familias migrantes.
Homan se ha mostrado dispuesto a llevar a cabo “la mayor operación de deportación jamás vista en este país”, como enunciaba la promesa de campaña republicana, y dice que estará bien planificada. Quienes le conocen, aseguran que su principal cualidad es ser perfectamente consciente de qué parte del discurso de Trump podrá ejecutarse y cuál no.
Hace un lustro que intentó jubilarse pero ahora aceptó el puesto de “zar de la frontera” que el republicano ya le propuso en 2019. Entonces, cuando rechazó el nombramiento, afirmaba que ese puesto debía ocuparlo "una persona que coordine una respuesta de todo el gobierno a la frontera”, una muestra de cuál es su visión.
Previsiblemente será negociador clave con México no solo en temas de migración sino en seguridad, un departamento que liderará Kristi Noem, la exgobernadora de Dakota del Sur que considera la frontera entre México y Estados Unidos como “zona de guerra” y que no dudó en enviar tropas para apoyar a Texas a defenderla.
Frente al "zar" fronterizo, el principal interlocutor mexicano en drogas y lucha contra los cárteles será Omar García Harfuch, el considerado “superpolicía” del gobierno de Sheinbaum. De la Fuente previsiblemente dirigirá las cuestiones de migración, que desde el primer mandato de Trump quedaron en manos de la Cancillería mexicana, dejando al Instituto Nacional de Migración como mero brazo ejecutor.
García Harfuch, de 42 años, está llamado a coordinar las acciones policiales, de la Guardia Nacional y de las Fuerzas Armadas en la lucha contra el crimen organizado aunque todavía está por ver si cómo será su relación con los militares. Su imagen se amplificó después de que el Cartel de Jalisco intentara asesinarlo en 2020 cuando era jefe policial de la capital.
Desde que dirige la seguridad federal personifica un estilo alejado de la estrategia de “abrazos, no balazos” de López Obrador y parece estar dispuesto a tener más presencia en lugares como Sinaloa, donde se jactó de haber logrado el mayor decomiso de fentanilo de la historia —más de una tonelada— poco después de que Trump amenazara con aranceles si no se detenía el tráfico de esa droga.
Un político versátil frente a un ejecutivo de Wall Street
En los temas económicos, la cara mexicana más visible será Marcelo Ebrard, un político mexicano ambicioso, de larga trayectoria, canciller con López Obrador y que ha sabido posicionarse en el gobierno actual. Ahora encabeza la Secretaría de Economía, a pesar de criticar duramente a Sheinbaum cuando él también aspiraba a la nominación presidencial del partido oficialista.
Ebrard fue el principal interlocutor de México con el primer gobierno de Trump y sabe de primera mano a qué se enfrenta si quiere evitar los aranceles anunciados por el republicano. Pero sus críticos aseguran que su experiencia estuvo marcada por la capitulación —México evitó los aranceles en 2019 cediendo en migración— y dudan de un político del que Trump se burló abiertamente hace años.
Por la parte estadounidense, como secretario de Comercio estará un ejecutivo de Wall Street, amante de las criptomonedas: Howard Lutnick. El multimillonario considera los aranceles como “una herramienta increíble” para proteger al trabajador estadounidense.
Trump le consideró una “inspiración para el mundo” y la “personificación de la resiliencia ante una tragedia indescriptible”, ya que su empresa estaba en el World Trade Center de Nueva York y en los atentados de 2001 murieron cientos de empleados de su compañía de servicios financieros, incluido su hermano.
El asesor del próximo presidente desde la Casa Blanca en comercio y manufactura será Peter Navarro, un antiguo colaborador del republicano que cumplió condena por su relación con el asalto del 6 de enero al Capitolio de Estados Unidos.