El ejército israelí atacó el viernes el cuartel general de Hezbollah, en Beirut, en una serie de enormes explosiones dirigidas al líder del grupo político-paramilitar, las cuales destruyeron varios edificios de apartamentos en lo que fue el mayor estallido en afectar la capital libanesa en el último año.
Al menos seis personas murieron y 91 resultaron heridas, informó el Ministerio de Salud de Líbano.
El líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, fue el blanco de los ataques a la sede del grupo, según dos personas al tanto del asunto que solicitaron guardar el anonimato, incluido un funcionario estadounidense.
El ejército israelí declinó comentar acerca de a quién estaba atacando. Hasta el momento se desconoce si Nasrallah se encontraba en el lugar, y Hezbolla no emitió comentarios sobre el reporte.
Es probable que la cifra de víctimas aumente, ya que equipos de rescate aún escudriñan los escombros de seis edificios.
EEUU apuesta a una "solución diplomática".
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El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, eludió este viernes referirse al bombardeo israelí en los suburbios de Beirut, que aparentemente buscaba matar al líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, y se limitó a reiterar su llamado a un alto el fuego que permita buscar una solución diplomática al conflicto.
EEUU
"Sobre los acontecimientos de las últimas horas, todavía estamos recopilando información, asegurándonos de que entendemos completamente lo que sucedió, cuál era la intención, y hasta que tengamos esa información, no puedo dar una respuesta", dijo en una rueda de prensa durante la Asamblea General de la ONU, en Nueva York.
El jefe de la diplomacia estadounidense dijo que Israel tiene "el objetivo legítimo" de garantizar la seguridad en la frontera con el Líbano para que los ciudadanos puedan regresar a sus hogares, pero opinó que la mejor manera de lograrlo es mediante una "solución diplomática".