Lo que debes saber
- Otro ex recluso en una prisión federal en Nueva Jersey admitió su papel en un complot para usar drones para contrabandear drogas y otro contrabando a los reclusos en la instalación.
- Johansel Moronta, de 29 años, de Linden, se declaró culpable el lunes de poseer y obtener contrabando mientras estaba en prisión y de violar su libertad condicional federal.
- Enfrenta más de un año de prisión cuando sea sentenciado el 10 de febrero.
NUEVA JERSEY -- Otro ex recluso en una prisión federal en Nueva Jersey admitió su papel en un complot para usar drones para contrabandear drogas y otro contrabando a los reclusos en la instalación.
Johansel Moronta, de 29 años, de Linden, se declaró culpable el lunes de poseer y obtener contrabando mientras estaba en prisión y de violar su libertad condicional federal. Enfrenta más de un año de prisión cuando sea sentenciado el 10 de febrero.
Moronta fue uno de los cuatro hombres acusados en el complot para introducir artículos de contrabando en la prisión de Fort Dix. Otro acusado se declaró culpable el año pasado y hay cargos pendientes contra los otros dos.
Moronta, un recluso en Fort Dix desde abril de 2018 hasta marzo de 2019, estuvo involucrado en múltiples entregas de contrabando con drones en las instalaciones mientras estaba encarcelado allí y ayudó a vender los artículos a los reclusos para obtener ganancias, dijeron los fiscales federales.
Los paquetes que ayudó a pasar de contrabando contenían teléfonos celulares y accesorios relacionados, tabaco, suplementos para bajar de peso, anteojos y varios otros artículos. Moronta también ayudó a coordinar los pedidos de reclusos para artículos específicos y ayudó en el cobro de pagos.
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Los fiscales dijeron que los conspiradores tomaron varias medidas para evitar que los funcionarios de la prisión detectaran e interceptaran el contrabando. Planearon lanzamientos de drones durante las últimas horas de la tarde o durante la noche, cuando era menos probable que se vieran los drones. Los drones volaron desde posiciones ocultas en los bosques que rodean la prisión, y sus luces se cubrieron con cinta adhesiva para que a los funcionarios de la prisión les resultara más difícil detectar los drones.