Este artículo es parte de MISSING THEM, el proyecto homenaje y periodístico por el COVID-19. MISSING THEM busca entender el impacto colectivo de la pandemia en los neoyorquinos. ¿Ha sufrido usted de problemas de salud persistentes luego de tener COVID? Comparta su experiencia con nosotros aquí. También nos gustaría oír de aquellos de ustedes que tienen a su cuidado a personas con COVID persistente, incluidos familiares, cuidadores y profesionales de la salud. Read the story in English here.
El año pasado, el índice de latinos a través de toda la ciudad y de residentes del Bronx que reportaron síntomas de COVID persistente fue desproporcionadamente alto, según nuevos datos del Departamento de Salud e Higiene Mental obtenidos por THE CITY.
En el Bronx —que tiene el índice más alto de mortandad por COVID de la ciudad de Nueva York— el 28% de los adultos que tuvieron COVID dijo que tenía síntomas persistentes, el porcentaje más alto de la ciudad. En Manhattan, el 20% de los adultos que tuvieron COVID dijo tener síntomas persistentes, el porcentaje más bajo de los cinco municipios.
De los adultos latinos en la ciudad de Nueva York, el 30% de los que tuvieron COVID declaró tener al menos un síntoma de COVID persistente, comparado con el 23% de todos los adultos blancos que tuvieron COVID.
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Estos datos provienen del Sondeo Comunitario de Salud de la ciudad de Nueva York de 2021 que aún no han sido publicados.
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El sondeo seleccionó al azar a unos 10 000 adultos de la ciudad de Nueva York, y les preguntó si habían experimentado alguna afección persistente tras una infección de COVID, como tos, falta de aire, fatiga, dificultad para pensar, dolor de cabeza, dolor en las articulaciones, malestar gastrointestinal, coágulos y depresión. Esta fue la primera vez que el Departamento hizo estas preguntas en su sondeo comunitario anual de salud.
La Dra. Celia Quinn, vicejefa para el control de enfermedades del Departamento de Salud, testificó en una audiencia del Concejo de la Ciudad el mes pasado, que el sondeo de salud de 2021 sugiere que «hasta el 30% de los adultos de Nueva York que han padecido COVID-19 podrían experimentar algún tipo de COVID persistente».
Las mujeres eran 1,4 veces más propensas a informar de síntomas que los hombres.
«Esto representa una enorme carga y una amenaza para la salud pública», dijo el Dr. Denis Nash, epidemiólogo y director ejecutivo del Instituto para la Ciencia de la Implementación en la Salud Poblacional de CUNY. «Una vez que alguien se recupera de la fase aguda de su infección de COVID, no significa necesariamente que vaya a recuperarse en un período breve de tiempo. Hay muchas, muchas personas a las que les está costando».
El sondeo, que depende de que los neoyorquinos informen por su cuenta acerca de sus síntomas, puede no llegar a captar el panorama completo. «Podríamos estar potencialmente subestimando la carga del COVID persistente en algunas comunidades» dijo Nash. «Aquellos con mejor acceso a la atención médica podrían tener una mayor tendencia a respaldar el vínculo [con el COVID]».
La alta incidencia del COVID persistente en el Bronx confirma que «muchos de los factores de riesgo para el COVID persistente se superponen con el COVID, y también se superponen con las desventajas socioeconómicas» agregó.
La ciudad hará un seguimiento del COVID persistente
Dado que el COVID-19 es un virus nuevo, los estudios como este «son muy importantes para expandir nuestra comprensión de su impacto», escribió Quinn en un correo electrónico a THE CITY. El Departamento de Salud de la ciudad está trabajando para establecer un sistema que monitoree la prevalencia y la severidad del COVID persistente entre los neoyorquinos a lo largo del tiempo, agregó una portavoz.
Los científicos no pueden aún decir de manera concluyente qué es lo que impulsa las disparidades en los índices de COVID persistente, aunque los expertos apuntan a algunas posibles causas. Los neoyorquinos negros, latinos y de bajos ingresos son más propensos a la diabetes tipo 2 y al VIH —afecciones que, según se ha demostrado en investigaciones, aumentan la probabilidad de desarrollar COVID persistente—.
Las mujeres tienen una mayor probabilidad de experimentar enfermedades autoinmunes, y los científicos han observado una correlación entre algunas de estas condiciones y el COVID persistente. Las mujeres también tienden a cargar con una porción mayor del trabajo doméstico, lo cual puede inhibir el descanso adecuado. Se ha demostrado que la falta de descanso, en especial al comienzo de una enfermedad, exacerba el COVID persistente.
Según datos a nivel nacional, las personas transgénero, bisexuales y discapacitadas también están reportando índices más altos de la afección.
«Las enfermedades infecciosas pueden ser indicadores de inequidad, marginalización y discriminación» dice JD Davids, neoyorquino y activista de larga data por el VIH y el SIDA, quien cofundó The Network for Long COVID Justice. «Considero imperativo que miremos específicamente a la ciudad de Nueva York para ver lo que está pasando».
Poca asistencia, menos respuestas
Katrina Corbell, 44, contrajo COVID-19 en marzo de 2020 cuando la ciudad comenzaba a cerrarse. Cada vez que creía estar recuperándose, volvía a sufrir síntomas severos de falta de aire, migrañas, dolor sinusal y diarrea.
«Todos los días empeoraba más y más», dijo. «No podía hacer nada. No podía mantenerme despierta».
En los meses siguientes, Corbell, que vive en el Bronx, halló poca asistencia. Comenzó a sentir palpitaciones y mareos, y resurgieron viejas afecciones. Corbell tiene un historial de epilepsia. No había sufrido convulsiones en dos años; de repente, volvieron.
Tal como les sucede a tantos otros que sufren de COVID persistente, los médicos le dieron pocas respuestas a Corbell. Algunos le brindaron apoyo, otros fueron despectivos… y todos parecían desconcertados. Luego de tres meses en los que los síntomas no hicieron más que empeorar, su médica de cabecera identificó la presencia de altos niveles de dímero-D en sangre, un posible indicio de la formación de coágulos. Su médica le urgió que mantuviera la calma, que empacara un bolso, que dejara comida para su perro y su gato y se dirigiera a una sala de emergencias.
Allí, la trataron por una embolia pulmonar, algo que ocurre cuando hay coágulos que bloquean el flujo de sangre en una arteria en el pulmón. Apenas una semana antes, su neumólogo había desestimado las preocupaciones de Corbell sobre el COVID y no supo detectar los coágulos.
Tal como le sucede a Corbell, las personas con COVID persistente pueden experimentar una variedad de síntomas y afecciones relacionadas. Tanto los coágulos como las afecciones neurológicas —como el caso de las convulsiones— están asociados con el COVID persistente. Se estima que la mitad de las personas con COVID persistente cumplen con los criterios diagnósticos de una encefalomielitis miálgica, o síndrome de fatiga crónica, una afección compleja y debilitante.
Los neoyorquinos pueden someterse a pruebas de COVID persistente en veinticuatro clínicas privadas y públicas a través de la ciudad, incluidos tres Centros para la Excelencia de COVID-19 manejados por la ciudad en el Bronx, Brooklyn y Queens. A la fecha, los centros han tenido más de 20 000 visitas, según el testimonio del director ejecutivo de NYC Test and Treat, Ted Long, en la audiencia del Concejo el mes pasado.
La ciudad también ofrece AfterCare, una línea telefónica y un sitio web que dirige a los neoyorquinos con COVID persistente a clínicas locales y a un grupo de ayuda en línea.
En busca de más asistencia
Pero los defensores del derecho a la salud dicen que estos servicios no ayudan lo suficiente. Apuntan a la escasez de médicos capaces de identificar y tratar el COVID persistente, así como a las barreras que enfrentan los pacientes, como los altos costos y la negativa ante reclamos a los seguros médicos.
En una audiencia en el Concejo de la Ciudad en octubre, el director de rehabilitación de Mount Sianai, David Putrino, urgió a los líderes de la ciudad a que desarrollen políticas para «guiar y hacer cumplir los estándares de cuidados necesarios» para los neoyorquinos con COVID persistente.
AfterCare dirige a los residentes hacia Body Politic, un grupo de ayuda liderado por pacientes y, en su gran mayoría, manejado por voluntarios.
«Es como uno de los tipos de lugares principales de la ciudad en los que la gente encuentra apoyo, información, conexión», dijo Davids de The Network for Long COVID Justice. El primero de noviembre, el equipo de Body Politic anunció que la comunidad de 13 000 personas, que alberga un canal de Slack enfocado en la ciudad de Nueva York, corre el riesgo de disolverse a principios de 2023 si no consiguen fondos adicionales.
Activistas como Davids también están haciendo un llamado a los líderes de la ciudad para que creen un sistema de apoyo robusto para el COVID persistente, modelado a partir de la Administración de VIH/SIDA de la propia ciudad, en el que aquellos que vivan con COVID persistente se emparejen con un asistente social para obtener ayuda en el acceso a beneficios, vivienda y atención médica.
Sin poder trabajar
Corbell estaba lista para empezar dos trabajos en la primavera de 2020: uno con la Oficina del Censo de Estados Unidos y otro con la Junta Electoral de la ciudad de Nueva York. Ambos trabajos quedaron en suspenso con el arribo de la pandemia. En junio, Corbell recibió un llamado para comenzar a trabajar a medida que la ciudad se reabría. Pero estaba demasiado enferma como para aceptar cualquiera de los puestos. «Tuve que rechazarlos a ambos porque, literalmente, no me podía levantar de la cama», dijo.
A través de los Estados Unidos, se estima que hay desempleados entre 3,5 y 4,5 millones de personas debido al COVID persistente, según un análisis de datos reciente de la Brookings Institution. Una investigación publicada en The Lancet muestra que alrededor del 20% de las personas con COVID persistente no pueden trabajar, y casi la mitad lo sobrellevó reduciendo el número de horas de trabajo.
Al no tener ingresos, Corbell dependió de las prestaciones por desempleo y los fondos de estímulo federales para sobrevivir. «Una organización sin fines de lucro me proveyó de una tarjeta de regalo», dijo. «Y así fue como pude comprarle comida a mi gato». Una vez que se agotaron los beneficios, Corbell dijo que vivió de US$183 al mes de asistencia en efectivo de la Administración de Recursos Humanos durante más de un año. Luego, en diciembre de 2021, le concedieron su solicitud de Ingreso de Seguridad Suplementario [Supplemental Security Income].
Ahora, está terminando una certificación como New York Peer Specialist en la Academy of Peer Services para ayudar a aquellos neoyorquinos que luchan con la salud mental y el uso de sustancias. Y Corbell ha vuelto a trabajar de voluntaria con regularidad en la iglesia. Pero aún no está recuperada del todo.
Luego de una espera de tres meses, Corbell fue aceptada en el Programa de Cuidados Post-COVID de NYU, y sigue asistiendo a sus citas regulares con neurólogos y neumólogos especialistas. A pesar de que ya no sufre de los síntomas más severos, su resistencia física es limitada.
«Todavía no puedo hacer todo eso de caminar cuesta arriba, o subir escaleras o hacer nada que requiera subir. Y recuerdo que antes de marzo de 2020 podía subir cuatro pisos por escalera».
Durante los últimos dos años, MISSING THEM ha documentado historias de neoyorquinos que murieron a causa del COVID. Ahora, el equipo ha hecho un giro para entender el impacto colectivo y prolongado de la pandemia en la ciudad. Si usted es un neoyorquino que sufre de COVID persistente, nos gustaría oír de usted. ¿Cuáles son sus mayores desafíos y preguntas sin contestar? ¿Qué consejos tiene para otros neoyorquinos que sufren de COVID persistente como usted? Cuéntenos aquí.
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MISSING THEM recibe el apoyo, en parte, del Brown Institiute for Media Innovation de la Columbia School of Journalism.