NUEVA YORK -- Si bien algunos pueden enfrentar tragedias inesperadas en la vida, hay momentos que los llevan a tener más fe tras el sufrimiento. Ese es el caso de Lenin Batista, quien se refugia en su fe en Dios para poder luchar contra el dolor de haber perdido a su compañero de vida.
El viernes 9 de junio, una poderosa corriente de agua le arrebató a su esposo, Mark Batista, bombero de la compañía 226 de Brooklyn. La tragedia ocurrió en una playa de Avon, Nueva Jersey.
“Hay una promesa para nosotros, los que creeremos en Dios, que partimos de este lugar y que cuando partimos de este lugar partimos con él y estamos en su presencia y que es un lugar, o sea, un lugar mucho mejor que este", dijo Lenin.
De repente, ese viernes por la mañana, las turbias aguas del mar se tragaban a su niña de 11 años y el valiente padre dominicano-puertorriqueño de 39 años no lo pensó dos veces para rescatarla.
"Él no estaba nadando, hay muchas personas que han publicado que 'he was swiming', él no estaba nadando", dijo Lenin. "Él incluso lo encontraron con sus sweatpants" - (sudadores).
En un video que tiene la policía, se ve en la cámara que cuando él vio la niña siendo arrastrada por la corriente; fue cuando él se quitó la sudadera y se lanzó al agua.
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El mar pudo haberse adueñado el cuerpo físico de Mark, pero su recuerdo y legado serán imborrables, sobre todo en Lenin, a quien Mark amó desde el primer día que la conoció.
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“Cuando yo lo conocí, ya tenía mis dos niños mayores, pero me conquistó", dijo Lenin. "Era un romántico empedernido, peluches, flores, chocolates, me cocinaba.Y de verdad, me ganó, y sabes que él siempre me decía, el hombre puede conocer muchas mujeres, pero cambia por una, y me decía, cambié por ti."
Aparte de ser un esposo amoroso y un padre presente, también fue querido y respetado por sus compañeros de trabajo y amigos, quienes le dieron el último adiós en emotivas ceremonias.
Antes de ser bombero, Mark fue paramédico, así que su instinto de padre más su entrenamiento profesional le dieron el valor para socorrer a su tesoro más preciado.
Como hija de Dios, Lenin sabe que no está sola. Mientras la tierra perdió un padre, amigo y bombero, el cielo ganó una estrella que guía e ilumina a cada una de las personas que pasaron por su vida.