OTTAWA - Tras 11 días de protestas del movimiento antivacunas, que bloquea con camiones pesados el centro de Ottawa y el principal punto fronterizo con Estados Unidos, los manifestantes aseguran que no abandonarán su movilización hasta que caiga el gobierno del primer ministro, Justin Trudeau.
Recorrer las calles del centro de la capital canadiense, junto a la explanada a orillas del río Ottawa sobre la que se asienta el edificio del Parlamento, el famoso hotel Fairmont Chateau Laurier o la antigua estación de ferrocarril de la ciudad, hoy reconvertida temporalmente en sede del Senado, es como pasear por el escenario de una película apocalíptica.
Algunas de las avenidas más grandes y normalmente concurridas de la capital canadiense están desiertas, sin tráfico de vehículos ni de transeúntes.
Según se acerca uno al centro neurálgico de la ciudad, empiezan a aparecer los bloqueos, los coches de policía y los grandes camiones.
Grupos de personas se arremolinan en torno a algunas de las cabinas de los camiones que están en marcha para mantener la calefacción en funcionamiento. Es pleno invierno en Canadá y las temperaturas han caído a -11.2° grados Fahrenheit durante las últimas noches.
Los camiones están adornados con todo tipo de mensajes. Y banderas, muchas banderas, de Canadá, de Quebec, y alguna que otra de Estados Unidos.
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Algunos de los mensajes pegados a las carrocerías son cartas infantiles en las que se agradece a los camioneros que estén ocupando el centro de Ottawa para preservar las "libertades" que el gobierno canadiense se ha apropiado.
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Pero muchos de los carteles que se ven sobre los camiones reflejan insultos hacia Trudeau.
El primer ministro concentra gran parte de la ira de los manifestantes, a pesar de que son los gobiernos provinciales los que tienen la responsabilidad de imponer las restricciones que tanto irritan al movimiento antivacunas y a grupos radicales de extrema derecha que dominan las protestas.
Derreck, que prefiere no dar su apellido, lleva plantado desde el primer día, el 29 de enero, cuando el autodenominado "Convoy de la Libertad" atrajo a unos 3,000 camiones y entre 10,000 y 15,000 personas, participando en las protestas con una bandera que recuerda a los soldados canadienses que han muerto en combate.
"Los gobiernos de todo el mundo nos han fallado y finalmente les estamos denunciando y recuperando nuestras libertades. Sea cual sea el costo, vamos a luchar por lo que nuestros soldados dieron sus vidas. Vamos a recuperarlo de las manos de este gobierno corrupto. Y de todos los gobiernos del mundo", explica este martes a Efe frente al Parlamento canadiense.
Derreck rápidamente saca a relucir el apellido del primer ministro, que en una sesión parlamentaria del lunes por la noche exigió a los manifestantes levantar sus protestas y los acusó de "bloquear" la democracia y la economía.
"Trudeau no tiene ni idea de lo que está hablando. El líder de mi país me ha calificado, y a todos los que están aquí o creen en nosotros, de racistas, misóginos, sexistas, islamófobos, transfobos", explica el protestante, quien afirma: "Nos vamos a enfrentar a él y destruir su gobierno".
Aunque la protesta se inició hace 11 días para denunciar la obligación de vacunarse que tienen los camioneros que cruzan la frontera a Estados Unidos, rápidamente se puso como objetivo "derribar" el gobierno de Trudeau.
El manifiesto que circula por internet de uno de los grupos que ha organizado la protesta señala que el objetivo es la sustitución del gobierno por otro no elegido en las urnas sino designado a dedo por el Senado, la gobernadora general del país, Mary Simon, que ejerce de jefa de Estado, y una junta de los manifestantes.
Y aunque la propuesta es tan insensata como algunas de las conspiraciones que exhiben para rechazar las vacunas, las protestas de Ottawa están empezando a ser observadas con interés por grupos radicales en otros países.
En Estados Unidos, el expresidente Donald Trump, el empresario Elon Musk y políticos republicanos han aplaudido de forma pública, y defendido a los organizadores de la protesta.
"Todo el mundo nos está mirando. En todos los países. Y te garantizo que China nos está mirando. Les vamos a enseñar lo que es la democracia porque esto es democracia en acción", proclama Derreck.
Mientras, en las última horas, los camioneros antivacunas abrieron un nuevo frente en la localidad fronteriza de Windsor.
Allí, grupos de camioneros han bloqueado el puente Ambassador, uno de los puntos fronterizos más transitados del continente americano y uno de los enlaces económicos más importantes entre Canadá y Estados Unidos, en un intento de internacionalizar las protestas.