NUEVA YORK -- La visita de Hebert Sazo el jueves al hospital Phelps en Sleepy Hollow, no fue para recibir otro tratamiento contra el cáncer, como en los últimos seis años. Fue para llenar su alma y para despedirse de sus médicos.
Allí todo el personal médico, en medio de sollozos, lo llenaron de afecto y de regalos.
“Les agradezco de todo corazón lo mucho bueno que se han portado”, dijo el señor Sazo, que sufre de un cáncer terminal.
“Nos da vida a nosotros cada vez que él viene", dijo Mitchell Espinoza, director de cuidados paliativos. "Es una luz, entonces es triste de una cierta manera porque no lo podemos curar de su enfermedad“.
Y es que desde el 2018, Sazo fue atendido en este centro médico en donde todos le apostaban a una cura, pero el destino lo puso en otro camino y así lo confirma su hematólogo.
"En la etapa que él está, no creo que sobrepase los seis meses“, dijo el hematólogo de Sazo.
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Pero Sazo no se da por vencido y con una sonrisa a flor de piel, le ve el lado bueno, incluso a aquello que no tiene solución.
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“Yo no le pongo mucha importancia a la muerte porque dicen que la muerte es bella", dijo Sazo. "Así que no nos preocupemos porque nos vamos a morir, porque siempre nos llega y hay que estar siempre con la mente alegre y como que no pasa nada“.
Y mientras Dios lo llama a rendir cuentas, él recoge sus cosas y cuenta las horas para regresar a Guatemala y reencontrarse con su mamá de 92 años, sus tres hijos ya adultos y conocer a sus cinco nietos.
El jueves su hijo menor lo vio por última vez a través de la pantalla porque el viernes lo tendrá de nuevo en persona.
Y como Sazo ya tiene claro que la ciencia no encontró la cura para su enfermedad, espera que la familia y su amor sea el remedio que necesita.